3.6.06

Despedida





















Deja que tus labios reposen en los míos,
que tus brazos descansen en mi pecho,
que tus manos hallen su lecho en mi cuello.

Yo seré el cerezo
que dé sombra a tus sueños.

Acurrúcate en los míos
y déjame vivir mientras duermes.

Yo seguiré ahí,
vigilante y silente,
como si hubiera muerto
como si nunca me hubiera ido.

Susurra a mis espaldas ese cántico tierno,
cuéntame en silencio
aquella historia tan nuestra,
que se perdió en las palabras
y se mezcló con tus sueños.

Anda tranquila,
pues nunca me fui.

Sólo déjame un beso tierno
con sabor a despedida,
tan parecido al amor que no quiero perderlo.

Sigue tranquila,
pues estoy ahí…
contigo,
sin mí.

P.J.